El "sucesor" de la Reserva Federal da un giro: de "paloma leal" a "reformista", ¿cambia el guion del mercado?
Después de ver a la última persona, la opinión de Trump volvió a cambiar una vez más.
Justo cuando Wall Street casi daba por sentado que el nuevo presidente de la Reserva Federal sería Kevin Hassett, la última reunión de la semana pasada entre Trump y el exgobernador de la Fed, Kevin Warsh, en la Casa Blanca, volvió a llenar de incertidumbre esta apuesta.
A diferencia de reuniones anteriores que eran solo un trámite, después de este encuentro, la actitud de Trump hacia Warsh cambió de manera sutil pero significativa, mostrando una aprobación mucho mayor hacia Warsh. Incluso, en una entrevista con The Wall Street Journal, dijo directamente: “Creo que ambos Kevin son excelentes”, colocando a Warsh al mismo nivel que Hassett como principales candidatos a la presidencia de la Fed.
El paso de Hassett a la “batalla de los dos Kevin” no solo implica un cambio de personal de un “paloma leal” a un “reformista de la Fed”, sino que, en esencia, es una disputa sobre la lógica de la liquidez del dólar para los próximos cuatro años (lectura adicional: Perspectivas sobre el nuevo presidente de la Fed: Hassett, las posiciones de Coinbase y el “paloma leal” de Trump).
Se puede decir que, para el mercado, el “ambos son excelentes” de Trump representa una “gran incertidumbre”.
I. De la “actuación en solitario” de Hassett a la batalla de los “dos Kevin”
El mercado de capitales siempre es el más honesto. En el mercado de predicciones Polymarket, el dinero con mejor olfato ya ha revalorizado esta “gran batalla por la sucesión”.
Hasta el 16 de diciembre, al momento de escribir este artículo, en el pool de “¿Quién será el próximo presidente de la Fed nominado por Trump?” (Who will Trump nominate as Fed Chair?), la probabilidad de victoria de Warsh ya superaba el 45%, superando oficialmente a Hassett (42%) y convirtiéndose en el nuevo favorito.
Hay que recordar que, apenas dos semanas antes, a principios de diciembre, Hassett lideraba con una ventaja abrumadora de más del 80%, mientras que Warsh, como otros “candidatos de relleno”, tenía una probabilidad de un solo dígito (Actualización: al 17 de diciembre, Hassett volvió a superar a Warsh, liderando con un 53% frente a un 27%).

¿Qué pasó entonces para que una situación aparentemente clara se diera vuelta de repente? Tras revisar la información pública, el ascenso repentino de Warsh y la “pérdida de favor” de Hassett probablemente se deban a los detalles de sus movimientos.
Primero, la razón principal por la que Warsh pudo adelantar es que cuenta con una “red de relaciones sólidas” que lo conecta directamente con el círculo central de Trump.
En comparación con el rol de “asesor” de Hassett, Warsh tiene una relación personal mucho más cercana con Trump, gracias a su suegro, el multimillonario y heredero de Estée Lauder, Ronald Lauder, quien no solo es patrocinador de Trump, sino también su compañero de universidad y amigo íntimo de muchos años.
Con esta relación, Warsh no solo asesoró al equipo de transición, sino que también fue considerado “de la casa” por Trump. Además, Warsh es amigo de Bessent, actual secretario del Tesoro y otro de los hombres de confianza de Trump, a quien en su momento también consideró para la presidencia de la Fed.
Además de los lazos personales, Warsh también cuenta con el respaldo del “círculo profesional”. Según el FT, el CEO de JPMorgan, Jamie Dimon, expresó recientemente en una cumbre privada de gigantes de la gestión de activos su apoyo a Warsh, señalando abiertamente que Hassett podría implementar recortes de tasas agresivos para complacer a Trump, lo que podría provocar un rebote inflacionario.
Esto representa en cierta medida la tendencia de elección de la élite de Wall Street, y el apoyo colectivo de este grupo sin duda refuerza la posición de Warsh. En la reunión de la semana pasada entre Trump y Warsh, esta confianza se confirmó: Trump reveló que Warsh era su principal opción y señaló que ambos coincidían “en gran medida” en política monetaria, llegando incluso a decir que el próximo presidente consultaría su opinión sobre las tasas de interés, aunque no tendría que seguirla al pie de la letra.
En contraste, Hassett, que parecía tener la posición asegurada, cometió un error táctico: intentó mostrar su “independencia” al mercado antes de recibir la nominación oficial.
En varias declaraciones públicas la semana pasada, para responder a las preocupaciones del mercado de bonos sobre su “falta de carácter”, Hassett se distanció deliberadamente de Trump. Por ejemplo, cuando le preguntaron cuánto peso tendría la opinión de Trump en las decisiones de la Fed, respondió: “No, su opinión no tendrá ningún peso... solo será relevante si es razonable y respaldada por datos”, y añadió: “Si la inflación sube del 2,5% al 4%, entonces no se puede bajar la tasa”.
Objetivamente, este tipo de declaraciones “de manual” de un presidente de banco central pueden tranquilizar a los operadores de bonos, pero probablemente irritaron a un Trump que ansía el control. Curiosamente, fue después de estas declaraciones que la reunión entre Trump y Warsh salió a la luz.
Al fin y al cabo, Trump ahora necesita un “socio obediente”, no otro “predicador” como Powell. Por motivos de control sobre la política monetaria futura, independientemente de las intenciones de Hassett, este intento de distanciarse probablemente ya haya sido anotado como un gran punto negativo por Trump.
II. Warsh: el “insider” que estuvo a un paso del “trono de la Fed”
En realidad, Warsh no es un recién llegado. Durante el primer mandato de Trump, fue “el que casi lo tuvo todo, pero al final se quedó a las puertas”.
Pocos recuerdan que Powell, a quien Trump ahora critica constantemente, fue nombrado presidente de la Fed por el propio Trump en 2017.
Lo que es aún menos conocido es que la batalla final de aquel año fue entre Powell y Warsh. En ese momento, Warsh era el gobernador más joven de la historia de la Fed (con 35 años) y mano derecha de Bernanke durante la crisis financiera de 2008, pero perdió en el último momento ante Powell, impulsado por el entonces secretario del Tesoro, Mnuchin.
Curiosamente, cuatro años después, Trump parece estar corrigiendo aquel “error”: a finales del año pasado, The Wall Street Journal informó que, tras su reelección, Trump consideró nombrar a Warsh como secretario del Tesoro.
Se puede decir que Warsh nunca ha salido del radar de Trump, siempre ha estado “en el corazón del emperador”.
Esto también se debe a su currículum casi perfecto: “licenciado en Stanford, doctor en Derecho por Harvard, exejecutivo de Morgan Stanley, asesor económico clave en el gobierno de Bush hijo”:
- Durante la universidad, estudió Economía y Estadística en Stanford, luego Derecho y Regulación Económica en Harvard, y además completó cursos de mercados de capitales en Harvard Business School y MIT Sloan, siendo un profesional multidisciplinario en derecho, finanzas y regulación;
- Después de la universidad, trabajó durante años en el departamento de fusiones y adquisiciones de Morgan Stanley, asesorando a varias empresas de diferentes sectores, hasta que en 2002 dejó su puesto de vicepresidente y director ejecutivo;
- En el gobierno de Bush hijo, fue asistente especial del presidente para política económica y secretario ejecutivo del Consejo Nacional Económico, asesorando al presidente y altos funcionarios en temas de mercados de capitales, banca y seguros;
Sumando su origen en una familia multimillonaria, en los últimos veinte años, desde Morgan Stanley hasta el Consejo Nacional Económico y la Fed, Warsh siempre ha estado en el círculo de los financieros más importantes del mundo.
Por eso, entiende las reglas del juego de Wall Street y es parte del círculo social central de Trump. Esta doble condición es clave para que haya podido revertir la situación frente a Hassett en un momento crucial.
III. Dos “Kevin”, dos guiones
Aunque ambos se llaman Kevin, Hassett y Warsh tienen guiones completamente diferentes para el mercado.
Si Warsh realmente asume el cargo, es muy poco probable que veamos una “fiesta de liquidez” al estilo Hassett, sino más bien una cirugía de alta precisión sobre la política de QE y la estructura de la Fed.
Esto se debe a que, en los últimos quince años, como abanderado “anti-QE”, Warsh ha sido uno de los críticos más duros de la Fed: ha denunciado públicamente el abuso del balance de la Fed y en 2010 renunció por su fuerte oposición a la segunda ronda de flexibilización cuantitativa (QE2).
Su lógica es clara y firme: “si somos más prudentes con la impresora de dinero, nuestras tasas pueden ser más bajas”. Esto significa que Warsh intenta reducir la oferta monetaria (QT) para contener las expectativas de inflación y así crear espacio para bajar las tasas nominales, una operación compleja que busca poner fin a la era de “dominancia monetaria” de los últimos quince años.
En cuanto a los recortes de tasas, este año Warsh también criticó a la Fed por permitir que la inflación aumentara rápidamente y dijo que, incluso si se implementan los aranceles de Trump, apoyaría nuevos recortes. Por eso, según Deutsche Bank, si Warsh asume el cargo, la Fed podría lanzar una combinación única: por un lado, acompañar a Trump con recortes de tasas y, por otro, reducir agresivamente el balance (QT).
Además, a diferencia de Powell, que intenta ajustar la economía, Warsh aboga por que la Fed “intervenga lo menos posible”. Cree que “la orientación futura casi no tiene sentido en tiempos normales” y critica la “expansión de misión” de la Fed en temas como clima e inclusión, defendiendo que la Fed y el Tesoro deben cumplir funciones separadas: la Fed gestiona las tasas y el Tesoro las cuentas fiscales.
Por supuesto, aunque sus críticas son duras, Warsh es en esencia un “reformista” y no un “revolucionario”. Para el futuro de la Fed, propone una “restauración”, es decir, mantener su estructura central pero eliminar las políticas erróneas de la última década. Si él lidera, la Fed volvería a su misión fundamental: defender el valor y la estabilidad de los precios, en lugar de asumir tareas que corresponden al Tesoro.
En resumen, una Fed liderada por Warsh probablemente reduciría su ámbito de acción y normalizaría su balance gradualmente con el tiempo.

Sin embargo, para el mundo Crypto y las tecnológicas estadounidenses, acostumbrados a la “alimentación” de liquidez, la llegada de Warsh sería un gran desafío a corto plazo, ya que para él la liquidez ilimitada no solo es un veneno, sino algo que debe ser “eliminado”.
Pero a largo plazo, Warsh podría ser el verdadero “aliado”: es un gran defensor del libre mercado y la desregulación, y es muy optimista sobre la economía estadounidense, creyendo que la IA y la desregulación traerán un auge de productividad como el de los años 80, además de ser uno de los pocos altos funcionarios que ha invertido realmente en Crypto (en el proyecto estable Basis y la gestora de fondos de índices cripto Bitwise), lo que demuestra que “sabe del tema”.
Esto sin duda sienta las bases para un crecimiento saludable de los activos financieros tras la “desinflación de burbujas” a largo plazo.
Por supuesto, Warsh y Trump no están completamente alineados, y el mayor riesgo está en la política comercial. Warsh es un firme defensor del libre comercio y ha criticado públicamente los aranceles de Trump por llevar al “aislacionismo económico”. Aunque recientemente ha dicho que “incluso con aranceles apoyaría recortes de tasas”, esa espina sigue ahí.
Cómo caminar por la cuerda floja entre “mantener la credibilidad del dólar” y “acompañar las demandas de aranceles/recortes de Trump” será su mayor desafío en el futuro.
Palabras finales: solo hay un director general
En resumen, la esencia de esta “batalla de los dos Kevin” es la elección entre dos caminos de mercado.
Elegir a Hassett es una fiesta de liquidez: una Fed siguiendo la batuta de la Casa Blanca podría convertirse en la porrista de la bolsa, y a corto plazo el Nasdaq y BTC podrían ir a la luna, pero el precio sería la pérdida de control de la inflación a largo plazo y el colapso de la credibilidad del dólar.
Elegir a Warsh probablemente traería una reforma quirúrgica: a corto plazo el mercado podría sufrir por el ajuste de liquidez (síntomas de abstinencia), pero con la desregulación y la “moneda sólida”, los capitales a largo plazo y los banqueros de Wall Street estarían más tranquilos.
Pero, gane quien gane, hay un hecho que no cambiará: en 2020, Trump solo podía insultar a Powell en Twitter; en 2025, tras regresar con una victoria aplastante, Trump ya no se conformará con ser un simple espectador.
Que el actor principal sea Hassett o Warsh puede decidir el rumbo de la trama, pero el director general de esta obra ya es, sin duda, Trump.
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