A medida que se acercan las elecciones de medio término de Estados Unidos en noviembre de 2026, el motor político de Washington está engranando con una intensidad sin precedentes con los nervios vitales de la economía global.
Una lógica clara de la “política económica de Trump” ya está en pleno funcionamiento: su núcleo radica en remodelar la independencia de la política monetaria de la Reserva Federal mediante presión sistemática y designaciones estratégicas; así se busca crear un entorno financiero laxo que sirva al objetivo de supervivencia política de las elecciones de medio término; y finalmente, transformar ese impulso político en resultados concretos en los mercados financieros. Esta compleja batalla en torno a tasas de interés, votos y precios de activos está redefiniendo las reglas de funcionamiento de los mercados estadounidenses y globales.
I. Núcleo político
● Para Trump y el Partido Republicano, las elecciones de medio término de 2026 no son una simple prueba intermedia, sino una “batalla por la supervivencia” que determinará las bases de gobierno de los próximos dos años e incluso el destino político personal.
● La situación política actual representa un desafío severo para los republicanos. Los demócratas no solo tienen posibilidades de recuperar la Cámara de Representantes, sino que incluso podrían allanar el camino para su agenda política futura. Para evitar un estancamiento en el gobierno, Trump debe ganar estas elecciones.
● El núcleo de la elección girará en torno a la “crisis de asequibilidad” que más preocupa a los votantes, es decir, el costo de vida bajo altos precios y altas tasas de interés. Trump ha hecho de la solución a esta crisis su promesa electoral central, y todas las herramientas de política —especialmente la política monetaria— estarán al servicio de ese objetivo.
II. Campo de batalla clave
Controlar la “llave” de la política monetaria es la herramienta más directa para aliviar la presión sobre la vida cotidiana, estimular la economía a corto plazo y así ganar votos. Para lograrlo, el gobierno de Trump ha lanzado un “asedio” sistemático y multinivel contra la Reserva Federal, con el objetivo de debilitar fundamentalmente su independencia.
● Presión pública y disuasión extrema: el propio presidente actúa como “principal comentarista” y “supervisor de alta presión” de la política de la Reserva Federal.
En varias ocasiones ha exigido públicamente recortes drásticos de tasas, llegando incluso a publicar gráficos hechos a mano señalando que la “tasa razonable” debería ser del 1%.
La presión ha superado la crítica verbal y ha escalado a amenazas de destitución e investigaciones institucionales.
En julio de 2025, Trump realizó la primera visita formal de un presidente estadounidense a la Reserva Federal en casi 20 años, considerada ampliamente como una escalada dramática de la presión. Además, su gobierno inició una auditoría bajo el pretexto de “sobrecostos” en la remodelación del edificio de la Reserva Federal, interpretado externamente como una búsqueda de justificación para destituir al presidente de la Fed, Jerome Powell.
● “Purgas” de personal y control de escaños: este es el paso más sustancial. El objetivo a largo plazo de Trump es colocar suficientes leales en el Consejo de Gobernadores de la Reserva Federal (de siete miembros) para formar una mayoría estable. Actualmente, avanza en dos frentes:
○ Cambio de presidente: el mandato de Powell como presidente termina en mayo de 2026. Kevin Hassett, director del Consejo Nacional Económico de la Casa Blanca, se perfila como el principal candidato para sucederlo. Hassett, cercano asesor económico de Trump, ha pedido públicamente más recortes de tasas.
○ Purgar a los disidentes: Trump y sus aliados están impulsando la destitución de la gobernadora Lisa Cook, nombrada por el expresidente Biden, y ya han presentado cargos. El objetivo es claro: si tiene éxito, Trump obtendrá una oportunidad clave de nombramiento, logrando así una mayoría estable de cuatro votos en el Consejo.
● Influir en la futura cúpula decisoria: controlar la mayoría en el Consejo tiene mucho más peso que votos individuales.
Por ley, la reelección de los presidentes de los 12 bancos regionales de la Fed debe ser aprobada por el Consejo, y sus mandatos vencen en masa a fines de febrero de 2026.
Un Consejo dominado por aliados de Trump, en teoría, tendría la capacidad de decidir el destino de estos miembros clave con derecho a voto, cambiando así de manera duradera y profunda la composición y orientación política del máximo órgano decisorio de la Fed: el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC).
III. Lógica económica
Impulsada por objetivos políticos, la política económica estadounidense de 2026 mostrará un alto grado de instrumentalización y ritmo, con una lógica central de caminar por la cuerda floja entre estimular la economía y contener la inflación.
● Ritmo fiscal de “estímulo anticipado, consecuencias postergadas”: para maximizar los beneficios económicos antes de las elecciones, el diseño de políticas tiende a adelantar medidas populares como recortes de impuestos y subsidios.
1. Por ejemplo, se está discutiendo un posible “bono arancelario” de 2.000 dólares para millones de familias.
2. Al mismo tiempo, decisiones difíciles como la reducción del déficit se posponen hasta después de las elecciones. El objetivo es intercambiar una sensación de bienestar a corto plazo por votos, aunque se sacrifique la salud fiscal a largo plazo.
● Ventana de “politización” de la política monetaria: el análisis de mercado coincide en que el segundo y tercer trimestre de 2026 serán la ventana clave para la acción política.
1. Para entonces, el mandato de Powell habrá terminado, un nuevo presidente podría asumir, y con las elecciones cerca, la Casa Blanca tendrá la máxima motivación política para impulsar recortes agresivos de tasas (por ejemplo, un recorte de 50 puntos básicos de una vez).
2. ING Bank predice que, bajo influencia política, la probabilidad de que la tasa de fondos federales caiga por debajo del 3% en 2026 está aumentando.
● Contradicciones de política inevitables: esta lógica contiene conflictos fundamentales.
1. Por un lado, el gobierno exige recortes de tasas para estimular la economía;
2. Por otro lado, su política arancelaria sigue elevando los costos de importación y la inflación interna. Así, la Reserva Federal queda atrapada: bajar tasas puede avivar la inflación, pero mantenerlas altas genera críticas políticas. Esta contradicción hace que la economía oscile entre “estancamiento” e “inflación”, aumentando el riesgo de un regreso de la “estanflación”.
IV. Mapeo de mercado
El choque entre intenciones políticas y lógica económica está generando reacciones complejas y profundas en los mercados financieros, dando lugar a la singular “Trump trade” y empujando los precios de los activos hacia un nuevo paradigma.
● El “doble motor” de las acciones estadounidenses y el consumo en “K”:
Las acciones estadounidenses oscilan entre dos narrativas. Las expectativas de relajación y la inversión en la industria de IA (como el “Proyecto Génesis”) impulsan al alza; mientras que la presión de costos por aranceles y la incertidumbre sobre el crecimiento económico ejercen presión a la baja.
Esta divergencia también se refleja en los fundamentos económicos: los sectores de altos ingresos ven crecer su riqueza por el alza bursátil y sostienen el consumo premium; los sectores de ingresos bajos y medios dependen de posibles subsidios fiscales (como el “bono arancelario”) para mantener el consumo. Si esta recuperación en “K” persiste, la brecha social se ampliará y la volatilidad económica aumentará.
● El “dividendo político” y la función de “refugio institucional” de las criptomonedas: la política favorable de la administración Trump hacia las criptomonedas (como la firma de la “Ley Genius” y el establecimiento de reservas estratégicas de bitcoin) ha traído un “dividendo político” directo, eliminando incertidumbre regulatoria y atrayendo grandes flujos de capital de empresas cotizadas como MicroStrategy y gestoras de activos tradicionales.
Más profundamente, los ataques a la independencia de la Reserva Federal han reforzado la narrativa de bitcoin como “refugio institucional”. Cuando la credibilidad del banco central y el valor a largo plazo de la moneda fiduciaria se ven cuestionados por la intervención política, los activos cripto descentralizados son vistos por algunos inversores como “activos duros” para cubrir riesgos del sistema financiero tradicional.
Esto ha impulsado, desde agosto de 2025, la “convergencia cripto-bolsa” entre bitcoin y las acciones estadounidenses (especialmente el Nasdaq), alcanzando ambos máximos históricos bajo expectativas de relajación.
● La sombra del “arma definitiva” en el mercado de bonos: si los recortes drásticos de tasas y la expansión fiscal disparan la deuda pública, el mercado podría exigir mayores primas de riesgo, elevando los rendimientos de los bonos a largo plazo. Ante esto, una Reserva Federal más sumisa podría recurrir a su “arma definitiva”: reactivar la compra de activos o incluso controlar la curva de rendimientos para bajar directamente las tasas a largo plazo.
Este escenario de “dominancia fiscal sobre la moneda” debilitaría notablemente al dólar y podría provocar una inflación aún más grave, aunque a corto plazo impulsaría aún más los precios de las acciones y otros activos de riesgo.
V. Riesgo final: la caída de la independencia y el costo desconocido
La estrategia político-económica de Trump es, en esencia, una apuesta de alto riesgo cuyo costo potencial podría superar ampliamente los beneficios electorales de corto plazo.
El riesgo central es el daño permanente a la independencia de la Reserva Federal. El valor de la independencia del banco central radica en su capacidad de trascender los ciclos políticos y enfocarse en la estabilidad de precios y financiera. La historia demuestra que cuando los gobiernos intervienen frecuentemente en la política monetaria por intereses políticos de corto plazo, es fácil perder el control de la inflación y caer en crisis de “estanflación”. Actualmente, el mercado ya está revalorizando el “riesgo político”, reflejado en el deterioro del crédito del dólar y la mayor volatilidad de las tasas a largo plazo.
En última instancia, las elecciones de medio término de 2026 serán un referéndum nacional sobre esta compleja estrategia. El mercado ya está anticipando dos futuros: uno de prosperidad a corto plazo y auge de activos bajo “regulación” política precisa; y otro de colapso de la confianza y desorden macroeconómico tras la erosión de las instituciones independientes. Sea cual sea el resultado, la capacidad del poder político para penetrar la política monetaria y la fijación de precios de mercado ha alcanzado su mayor nivel en décadas, y ya ha comenzado un nuevo ciclo global de mercados profundamente agitados por los tuits de Washington y las órdenes ejecutivas.


