La batalla del billón de dólares: ¿Quién debería ganar, Elon Musk o Ethereum?
No se trata de una competencia entre "héroes individuales" y "protocolos tecnológicos", sino de una rivalidad entre "rendimientos de opciones sobre acciones" y "tasa de adopción de la red".
No se trata de una contienda entre “héroes individuales” y “protocolos tecnológicos”, sino de una competencia entre “rendimientos de opciones sobre acciones” y “tasa de adopción de la red”.
Escrito por: Liam Akiba Wright
Traducción: Saoirse, Foresight News
Cuando la fortuna de Elon Musk supere el billón de dólares, no solo será un símbolo de éxito personal, sino que también marcará el inicio de una nueva etapa en la historia económica: una etapa en la que la influencia individual puede rivalizar con la de los estados soberanos.
Como poseedor de bitcoin, considero la visión de Satoshi Nakamoto sobre la “descentralización de la riqueza” y la “democratización financiera” como un modelo para la dispersión del poder, una idea que reduce la dependencia de los sistemas de valor en un solo actor. Sin embargo, a medida que el capital, la inteligencia artificial y las políticas se concentran cada vez más en el imperio empresarial en expansión de Musk, su ascenso también revela hasta qué punto nos hemos desviado de ese ideal.
La pertenencia del “valor” vuelve a concentrarse, solo que esta vez, los que lo controlan no son gobiernos ni bancos, sino individuos que convierten la tecnología en una herramienta de apalancamiento.
Algunos consideran que bitcoin es la forma más pura de propiedad privada: incautable, sin fronteras y completamente bajo control individual. Desde esta perspectiva, Satoshi Nakamoto quizá no vería la aparición de “trillonarios” como un fracaso de la descentralización, sino como un resultado lógico (aunque no previsto) del desarrollo descentralizado.
El “banquete de riqueza” meticulosamente diseñado por Musk
Hasta ahora, los accionistas de Tesla han aprobado un plan de compensación: si se cumplen todos los hitos establecidos, el patrimonio neto de Musk podría aumentar hasta 1 billón de dólares.
En la junta anual de accionistas de Tesla celebrada el 6 de noviembre, más del 75% de los votos apoyaron este plan plurianual centrado en opciones sobre acciones. El pago de la compensación está sujeto a condiciones claras: Tesla debe superar una serie de umbrales operativos y de valoración, incluyendo alcanzar una capitalización bursátil cercana a los 8.5 billones de dólares y desplegar a gran escala tecnologías de conducción autónoma y robots humanoides.
La lógica numérica detrás de este plan de Tesla crea un contraste inusual: la exposición accionaria de un solo individuo podría superar la capitalización total de mercado de las cuatro principales altcoins (ETH, USDT, XRP y BNB) en la actualidad.
Cómo cruzar la línea de meta: el juego entre riqueza, poder y políticas
Si todas las opciones de Musk se consolidan y se ejercen, y sin considerar la dilución de acciones ni el impacto de la financiación, su participación real podría alcanzar alrededor del 25%.
Con una capitalización de mercado de Tesla de 8.5 billones de dólares, solo el 27% de sus acciones valdría aproximadamente 2.295 billones de dólares. Para mediados de 2025, SpaceX (la empresa privada aeroespacial y de transporte espacial fundada por Musk en 2002) ya tiene una valoración cercana a los 350 mil millones de dólares en el mercado privado, y existen previsiones optimistas que indican que para 2030, su valoración en los sectores de defensa y banda ancha superará el billón de dólares.
En cuanto a xAI (la empresa de inteligencia artificial fundada por Musk en 2023), se rumorea que su valoración oscila entre 75 mil millones y 200 mil millones de dólares. En conjunto, la “convexidad de los rendimientos” de este plan de opciones vincula profundamente la fortuna personal de Musk a unos pocos resultados “todo o nada”, siendo los más cruciales el avance comercial de los robotaxis autónomos y los robots humanoides.
Y la consecución de estos objetivos depende no solo de la tecnología, sino también de la regulación. Por ejemplo, en California, Tesla solo posee actualmente el “permiso de prueba con conductor de seguridad” emitido por el Departamento de Vehículos Motorizados (DMV) del estado, y aún no ha obtenido el “permiso de prueba y despliegue sin conductor” necesario para operar comercialmente. Según registros estatales y reportes de Reuters, cada etapa del despliegue de servicios de transporte requiere la aprobación independiente de la Comisión de Servicios Públicos de California (CPUC).
Como mostró una investigación previa de Ars Technica, la revisión de la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA) de la función de “conducción totalmente autónoma (FSD)” sigue siendo un posible punto de riesgo que puede atraer la atención pública.
Una mirada racional al “desafío del billón de dólares” de las criptomonedas
Actualmente, el patrimonio neto de Musk ya supera la capitalización de mercado de cualquier altcoin individual. En el sector cripto, solo bitcoin tiene una capitalización de mercado (más de 2 billones de dólares) superior a la fortuna personal de Musk —y soy plenamente optimista respecto a bitcoin, confiando en que su desempeño seguirá superando al de cualquier cartera individual.
Ethereum, la segunda en capitalización, ha oscilado en los últimos meses entre 390 mil millones y 600 mil millones de dólares, situándose actualmente en torno a los 400 mil millones, unos 100 mil millones menos que la fortuna personal de Musk.
A continuación, hagamos algunos análisis prospectivos básicos:
Escenario conservador:
Si la adopción de la conducción autónoma se retrasa y el robot humanoide Optimus sigue limitado a escenarios de nicho, para 2035 la valoración de Tesla podría alcanzar los 3 billones de dólares. En ese caso, el 25% de las acciones de Tesla en manos de Musk le reportarían unos 750 mil millones de dólares, a los que se sumarían 500 mil millones de SpaceX y entre 50 y 100 mil millones de xAI, para un total de unos 1.3-1.35 billones de dólares. Tras deducir el coste de ejercicio de las opciones, impuestos y préstamos, su patrimonio neto quedaría ligeramente por debajo del billón de dólares, e incluso podría no superar ese umbral.
En comparación, si el precio de ethereum alcanza los 5,000 dólares y hay 125 millones de tokens en circulación, su capitalización de mercado sería de solo unos 625 mil millones de dólares.
Escenario base:
Si la capitalización de Tesla llega a 5 billones de dólares, Optimus se implementa primero en fábricas y el negocio energético se expande a gran escala, el valor de las acciones de Tesla en manos de Musk alcanzaría entre 1.25 y 1.45 billones de dólares. Sumando 1 billón de SpaceX y 200 mil millones de xAI, superar el billón de dólares de patrimonio neto sería el “resultado básico”.
Aun si ethereum se acerca a los 10,000 dólares y hay entre 120 y 125 millones de tokens en circulación, su capitalización total solo rondaría los 1.2-1.25 billones de dólares.
Escenario optimista:
Si la capitalización de Tesla alcanza los 8.5 billones de dólares, los robotaxis autónomos se adoptan ampliamente y los robots humanoides se producen a gran escala; al mismo tiempo, SpaceX se acerca a los 2.5 billones de dólares y xAI supera los 500 mil millones, la fortuna personal de Musk alcanzaría el nivel de “varios billones de dólares”.
Esta comparación no es una contienda entre “héroes individuales” y “protocolos tecnológicos”, sino una competencia entre “rendimientos de opciones sobre acciones” y “tasa de adopción de la red”.

Por tanto, si ethereum quiere superar a Musk (y sus activos) y ser el primero en superar la valoración de 1 billón de dólares en la próxima década, bajo el supuesto de que Tesla no supere los 3 billones, su precio debería superar los 10,000 dólares.
La influencia de los multimillonarios y la política de la riqueza
Sin embargo, considero que el “marco narrativo social” en torno a estas cifras es igualmente importante.
Investigaciones publicadas por Cambridge University Press muestran que la admiración por los superricos, y las ideas de “elitismo” o “justificación del sistema” que la acompañan, reducen el apoyo a la redistribución de la riqueza y a los sistemas fiscales progresivos, incluso entre los grupos de bajos ingresos.
Estudios de largo plazo en ciencia política demuestran que los resultados de las políticas responden mucho más a las preferencias de las élites adineradas que a las de los ciudadanos comunes. Esto significa que la concentración extrema de la riqueza puede traducirse en una influencia política duradera.
Al mismo tiempo, investigaciones económicas (como en el “Quarterly Journal of Economics” y literatura relacionada) han encontrado que el contacto con grupos más ricos reduce la satisfacción vital individual y aumenta el consumo ostentoso y el endeudamiento, un efecto especialmente marcado en los grupos de menores ingresos.
Según la encuesta Harris Poll de 2024, la mayoría de los encuestados considera que “los multimillonarios no contribuyen lo suficiente a la sociedad”; y encuestas en el Reino Unido también muestran que la opinión pública está preocupada por la excesiva influencia política de los superricos.
Esto no es una abstracción mediática sobre celebridades, sino que el “efecto halo” de los multimillonarios y la narrativa mediática repercuten en canales concretos como los presupuestos públicos, el voto electoral y la deuda social.
Definiendo los límites éticos desde la perspectiva de la escala
Según Forbes, en 2025 el número de multimillonarios en el mundo alcanzará los 3,028, un máximo histórico. Dado que la población mundial es de unos 8,230 millones, solo una de cada 2.7 millones de personas es multimillonaria.
Actualmente no hay trillonarios en el mundo. Según UBS, la riqueza familiar global suma 450 billones de dólares, y 1 billón representa solo el 0.22% de ese total. Reuters, interpretando datos de UBS, señala que la mediana de la riqueza de los adultos a nivel mundial es de solo “unos pocos miles de dólares”, y más del 80% de los adultos tiene menos de 100,000 dólares en patrimonio.
Una fortuna personal de 1 billón de dólares equivale aproximadamente a la suma del patrimonio neto de entre 100 y 130 millones de “adultos de riqueza media”. La probabilidad de pasar de millonario a multimillonario ya es extremadamente baja, y considerar el “billón de dólares” como una meta pública es claramente ilógico desde el punto de vista numérico.
Las decisiones políticas son la variable clave que afecta al “grupo de la cúspide de la riqueza”. Las reglas actuales permiten que la riqueza de la élite crezca de forma compuesta, y, junto con la “preferencia política por los ricos” mencionada antes, los problemas de “asequibilidad” en áreas como vivienda y salud suelen resolverse con retraso.
Como han simulado el economista Zucman, citado por Oxfam y reportado por The Washington Post: un impuesto anual del 2% sobre la riqueza de los multimillonarios podría recaudar unos 250 mil millones de dólares al año. Este dinero podría financiar bienes públicos o aliviar el coste de vida, al tiempo que reduciría moderadamente la brecha entre la élite y el resto.
En escenarios experimentales, si la cultura social pasa de la “narrativa del héroe individual” a una “interpretación sistémica del progreso”, el apoyo a los sistemas fiscales progresivos aumenta significativamente, lo que supondría un contrapeso más suave al efecto desbordante de la admiración por los ricos.
Política y percepción pública moldean la carrera del billón de dólares
Estas medidas en sí mismas no cambiarán la lógica de valoración de Tesla ni la curva de demanda de las criptomonedas, pero sí pueden modificar el “entorno externo” de la gran riqueza.
Los problemas de gobernanza interna de Tesla también merecen atención: no solo el consejo de administración, sino también los accionistas han valorado y aprobado la “convexidad de los rendimientos” de las opciones, un proceso que responde a ciertas críticas pero genera nuevas controversias.
Si los reguladores estatales y las agencias de seguridad pueden gestionar eficazmente el “flujo de caja de conducción autónoma que respalda este plan de compensación”, el sistema regulatorio público actual actuará como “guardián upstream” en las “opciones de riqueza privada de varios billones de dólares”.
Según registros de Reuters y el DMV de California, para que Tesla pueda operar robotaxis autónomos a gran escala en mercados clave, aún necesita el “permiso de prueba y despliegue sin conductor”; mientras tanto, la revisión de la NHTSA sigue en curso. Lo que determinará si este plan de compensación se implementa será el calendario de estas aprobaciones, no las conferencias de prensa.
No necesitamos aplaudir ni ridiculizar a Musk para ver claramente esta comparación:
Para que las criptomonedas alcancen una escala de 1-2 billones de dólares, dependen de la “adopción, el rendimiento y la liquidez”; mientras que para que un fundador acumule más de 1 billón de dólares, depende de “unos pocos avances tecnológicos y la aprobación regulatoria”.
Se puede admirar la capacidad de ejecución o la innovación tecnológica de Musk, pero no es necesario fomentar la “cultura de adoración a los ricos”, ya que esta debilita el apoyo a la redistribución de la riqueza y amplifica la influencia de la élite en las políticas. La lógica es evidente; si se admira o no, depende de cada uno.
En última instancia, independientemente de si el primero en superar el billón de dólares es una persona o una red, la cuestión más importante es: ¿a qué tipo de sistema queremos dar poder? ¿Uno basado en la ambición individual, o uno basado en la identificación y participación colectiva?
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