La profecía de Satoshi Nakamoto y el giro de Wall Street: una revolución inacabada
¿Libertad o asimilación? La batalla final de bitcoin no está en el código, sino en el corazón de las personas.
¿Libertad o cooptación? La batalla final de bitcoin no está en el código, sino en los corazones de las personas.
Escrito por: Jon Helgi Egilsson, Forbes
Traducción: AididiaoJP, Foresight News
Este viernes se cumple el decimoséptimo aniversario de la publicación del whitepaper de bitcoin por Satoshi Nakamoto.
Hoy, la revolución parece haber regresado a su punto de partida: ahora Wall Street tiene las llaves.
Desde el ETF de bitcoin de BlackRock hasta la decisión de JPMorgan de aceptar bitcoin y ether como colateral, las mismas instituciones que bitcoin pretendía eludir se han convertido en sus custodios, sus mayores beneficiarios y defensores, y quizás también en su mayor prueba.
De la rebelión económica al reconocimiento regulatorio
Esta ironía revela una verdad más profunda sobre cómo evolucionan las revoluciones y por qué este momento es crucial.
Primero te ignoran, luego se burlan de ti, después luchan contra ti, y finalmente ganas.
Este patrón, descrito por Gandhi, se repite a menudo en las revoluciones tecnológicas, y ahora vuelve a manifestarse. Los banqueros se burlaron, los reguladores lucharon, y ahora Wall Street abraza aquello que antes despreciaba.

A principios de este mes, el Premio Nobel de Economía fue otorgado a Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt en reconocimiento a su trabajo complementario sobre destrucción creativa y cultura de crecimiento. Sus investigaciones explican cómo el progreso depende de la disposición de una sociedad para permitir que las viejas instituciones, tecnologías y costumbres sean reemplazadas por cosas nuevas y más eficientes.
La "destrucción creativa", acuñada por Joseph Schumpeter, no trata solo de innovación, sino del coraje de romper con lo establecido. Mokyr vincula el crecimiento sostenido a una cultura que celebra la curiosidad y la experimentación, mientras que Aghion y Howitt muestran cómo la innovación avanza reemplazando constantemente lo viejo por lo nuevo, algo disruptivo a corto plazo pero esencial para el progreso a largo plazo.
La evolución creativa de bitcoin
La historia de bitcoin y las criptomonedas encaja casi perfectamente en este patrón. Comenzó como una rebelión contra las instituciones financieras y ahora está siendo absorbida por ellas. Jamie Dimon llamó a bitcoin "fraude", "sin valor intrínseco", y ahora lidera un banco que lo acepta como colateral. La SEC de Estados Unidos combatía las criptomonedas el año pasado, pero desde entonces ha habido un cambio histórico: las abraza y considera públicamente los estándares cripto como un puente regulatorio hacia un mercado de trillones de dólares.
A medida que estas instituciones se adaptan, están demostrando el punto de Mokyr: el progreso rara vez es directo, sino que ocurre a través de la resistencia, la absorción y, finalmente, la transformación cultural, que es el proceso que remodela las instituciones de gobernanza social.
Del código criptográfico a la cultura cypherpunk

ATTILA KISBENEDEK / AFP
Los fans posan junto a la estatua de bronce del creador anónimo de bitcoin, Satoshi Nakamoto. Esta figura encapuchada simboliza el misterio detrás del origen de bitcoin y el movimiento que inició hace diecisiete años. Hoy, esa revolución ya no se libra en el código, sino en la cultura. Comunidades de todo el mundo luchan por ganar corazones y transformar la tecnología en una creencia compartida. Como nos recuerdan los ganadores del Nobel de este año, solo cuando la innovación se convierte en parte de la cultura social puede transformar sus instituciones.
Los hitos son reales, pero la misión aún no está cumplida. La aceptación institucional de bitcoin marca un progreso, pero sus promesas centrales —autocustodia, redes abiertas y soberanía del usuario— siguen siendo luchadas en la vanguardia cultural. En todo el mundo, los constructores y comunidades nativas de bitcoin están moldeando esa cultura desde la base.
La energía de estas reuniones no es solo técnica, es cultural y comunitaria. La lucha ya no trata solo del código, sino de proteger la elección y la libertad individual en un mundo cada vez más intermediado, centralizado y vigilado. Como dice Mokyr, la transformación de la tecnología a la cultura y luego a la institución sigue en marcha. Ahora la cuestión es si la sociedad completará la obra iniciada por Satoshi Nakamoto: no escribiendo nuevo código, sino eligiendo los valores que definirán la próxima era del dinero y la libertad.
La batalla por bitcoin ya ha comenzado
En un evento temático de bitcoin en Los Ángeles este mes, Christian Catalini del MIT propuso que las redes abiertas y la interoperabilidad son la base de la próxima era de pagos. Catalini cree que el futuro del dinero depende de infraestructuras compartidas, no de jardines cerrados, y que la lucha por la apertura es, en última instancia, cultural, no técnica. La educación y la comunidad decidirán si la innovación permanece libre o es capturada por intereses creados.
Un patrón similar apareció en Praga, donde la reunión "Design as Trust" de Trezor consideró la autocustodia como una continuación de la larga lucha europea por la libertad individual. Los ponentes hicieron analogías históricas entre la soberanía digital y las lecciones de autosuficiencia duramente aprendidas, recordando a los participantes que la libertad no es una característica de producto; es una mentalidad.

Praga, República Checa, 21 de octubre de 2025, en la conferencia "Design as Trust" en Praga, los ponentes se centraron menos en la tecnología y más en la cultura, esa mentalidad que sostiene la libertad financiera. "Los checos aprendieron a no confiar en la autoridad", dijo Matěj Žák, capturando un tema más profundo del evento: el cambio duradero comienza en la cultura, porque las instituciones rara vez cambian antes que la sociedad.
Mientras tanto, en Lugano, Suiza, el "Plan B Forum" reunió a legisladores, empresarios y expertos tecnológicos en torno a una creencia común: que los principios fundamentales de bitcoin —transparencia, apertura y elección individual— deben ir más allá de los mercados financieros y extenderse a la forma en que la sociedad se autogobierna. Como dijo un participante, "lo que comenzó como el Plan B, rápidamente se está convirtiendo en el Plan A".
Estos no son eventos aislados. En podcasts, comunidades en línea y redes sociales, se está llevando a cabo un movimiento más amplio para ganar corazones y mentes, recordando que ninguna revolución puede triunfar a menos que las personas crean en sus valores y actúen en consecuencia.
Estas reuniones equivalen a una ingeniería cultural, a la construcción de comunidad por parte de los rebeldes. Como sostiene Mokyr, una vez que se inventa una tecnología, su difusión depende de la cultura: la disposición de las personas a adoptar nuevas normas y abandonar viejas zonas de confort.
El movimiento bitcoin está poniendo a prueba este umbral. Ya ha conquistado los balances de instituciones globales, pero aún no los hábitos individuales. A menos que la gente común sienta la necesidad y la confianza de mantener sus propias llaves, apoyar la innovación de código abierto y confiar en las redes públicas, la revolución seguirá incompleta.
Una revolución en transformación

El director de vuelo de la NASA aplaude el regreso seguro del Apolo 13, foto cortesía de Heritage Space/Heritage Images vía Getty Images.
El director de vuelo de la NASA aplaude el regreso seguro del Apolo 13, una de las misiones más dramáticas en la historia espacial. Lo que comenzó como una misión casi desastrosa terminó en victoria gracias a la inteligencia, la confianza y la colaboración. Esto nos recuerda que algunas revoluciones triunfan adaptándose. Como el Apolo 13, la revolución de bitcoin y las criptomonedas está en un periodo de transformación. El reto de hoy no es técnico, sino cultural: si la sociedad tendrá la determinación de volver a los principios fundamentales y completar la obra inconclusa.
Han pasado diecisiete años y ya no debatimos si la tecnología funciona, sino qué tipo de sociedad queremos que sirva. La elección está en nuestras manos.
La frase del Apolo 13, "Houston, tenemos un problema", se ha convertido en sinónimo de crisis, pero la misión a la que se refería no fracasó, se adaptó. Los astronautas resolvieron sus problemas con inteligencia, confianza y colaboración, convirtiendo el desastre en descubrimiento.
De manera similar, la revolución de Satoshi Nakamoto no está en crisis, sino en transformación. El desafío no es técnico, es cultural. Si bitcoin cumple su promesa fundacional o se convierte en otra capa de intermediación financiera dependerá de nuestra elección colectiva. Depende de si la sociedad, como aquellos astronautas, decide volver a los principios fundamentales y completar la obra inconclusa.
La independencia y la libertad de los intermediarios financieros no son otorgadas por las instituciones que se benefician de la dependencia; son actos de voluntad, elecciones conscientes de los usuarios.
La libertad no se concede, se elige. Está moldeada por nuestra cultura, arraigada en nuestros valores y sostenida por nuestras decisiones.
La lucha continúa.
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